sábado, 21 de febrero de 2009

Bil'in: el aniversario triste








Esta mañana ha amanecido lluviosa y fría sobre el West Bank. El cielo se cierne sobre nosotros amenazador, mientras el “service” avanza por la descompuesta carretera que une Ramallah con Bil'in. Allí, como cada viernes, cientos de manifestantes se preparan para un nuevo envite contra esa barrera informe de alambre y hormigón, para la cual -tras un mes viviendo en el apartheid de Cisjordania- se me han acabado los calificativos. Pero hoy no es un viernes más en esta aldea encumbrada sobre terrazas de olivos; hoy es un viernes un poco más importante que los demás, si se quiere más simbólico.


Hoy se cumplen cuatro años de aquel día en que los habitantes de esta aldea, encumbrada sobre fértiles terrazas de olivares, decidieran comenzar una pacífica marcha de protesta contra el amenazador alambre sionista que cercena sus tierras: por su derecho a ocuparlas y trabajarlas. Desde aquel día, durante todos los viernes de cada semana, de cada mes, de cada año, la protesta ha sido llevada cabo bajo cualquier condición. Muchas son las veces que se ha pagado el duro precio de la sangre por reclamar su suelo.


Un primer vistazo al bajar del “service” enseguida muestra la importancia que ha cobrado su pequeña marcha: japoneses, rostros pálidos, alguna kippa de incógnito y periodistas, muchos periodistas. Lo primero que uno piensa es que esto se ha transformado en una especie de circo mediático, pensamiento que se confirma al ver aparecer para la foto y el rezo a Salam Fayyat, primer ministro de la ANP y ex miembro de FMI (¿O era del BM? La verdad es que me importa un pijo. Tanto da...) Sea lo que sea, la lucha sigue, y su valor y necesidad son hoy más necesarios que nunca en el West Bank.


Tras el paripé mediático del primer ministro, la marcha comienza con efusividad hasta que una doble verja -mero embrión del muro que será- nos corta el paso. Al otro lado soldados de las IDF saludan al pácifico desfile con una ráfaga de gases lacrimógenos solo consiguen dispersar al séquito de plañideras occidentales que han venido a ver el espectáculo desde la barrera. De nuevo en primera fila, dentro del estrecho cerco que hay entre las dos alambradas, solo los valientes hacen frente a los híper equipados mercenarios sionistas. Los insultos y las burlas hacen frente las incómodas descargas de gas. Cargas que son devueltas con maña al otro lado, por algunos experimentados manifestantes.



La protesta, se mantiene en este estado durante largos minutos hasta que una nueva carga hace estallar la rabia de los muchachos. Llega de nuevo el momento de las ondas. La lluvia de piedras dura varias horas y la valentia, organización y puntería de los muchachos de la kuffiyya en el rostro logra, hoy si, mantener al ejercito israelí (supongo que con ordenes de no excederse en un dia tan señalado) a raya. Para ser más exactos, en su lado de la misma.


Hoy, ha sido el cuarto aniversario de las protestas de Bil'in. Por desgracia, no a habido nada que celebrar. Cuatro años después todo sigue igual o peor.

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